Por Mtro. Josué Sevilla
La evolución del pensamiento de izquierda se efectuó en Europa en consonancia con los efectos que provocó el modo de producción capitalista en el siglo XIX. La explotación del proletariado en Inglaterra pronto fue denunciada por el joven Friedrich Engels en su trabajo La situación de la clase obrera en Inglaterra considerada pionera en el estudio de los movimientos sociales del siglo XIX, pero ante todo de la clase obrera (Engels, 2020). La historia del marxismo y/o el socialismo científico quedaron plasmadas en las reflexiones filosóficas de Marx y Engels, en el siglo XIX.
En cambio, la historia de los marxismos leninismos fueron orientados por los aportes de Lenin y otros revolucionarios rusos que lucharon en las filas del Partido Bolchevique y que lograron hacer la primera revolución socialista del siglo pasado, en 1917. En ocasión del centenario de la muerte de Lenin Vladimir Uliánov (1924) deseo dejar mis impresiones sobre el legado del marxismo leninismo en Honduras y los aportes que hicieron en su afán de derrocar el sistema capitalista en el siglo XX.
El retumbar de la revolución bolchevique en Honduras en la década de 1920
Después del triunfo de la revolución bolchevique de 1917, la propaganda de los países occidentales apabullo la prensa internacional con el retumbar que causaron las fuerzas revolucionarias en la Rusia Zarista que había movilizado a sus ciudadanos en un conflicto internacional propiciado por los imperios europeos, donde sus oligarquías luchaban por el control cínico y desmedido de los recursos de ciertos continentes como Asia, África y América. Esta etapa fue designada ingeniosamente por el historiador marxista Eric J. Hobsbawm como “La era del imperio.”
Si Marx y Engels, lograron concebir un conjunto teorético de gran capacidad crítica –al que el segundo definió como socialismo científico en el siglo XIX– Lenin daría otro paso hacia delante al pensamiento marxista internacional. De las corrientes de izquierda decimonónicas, el socialismo científico fue la que se encarnó con más ímpetu en la mentalidad de la clase obrera europea, superando las otras posturas de los socialismos utópicos, el anarquismo de Bakunin y la social democracia alemana, con la que Engels tuvo que dialogar de cerca (Gemkod, 2022).
No obstante, a Lenin no solo hay que concebirlo como uno de los líderes de la revolución bolchevique de 1917, sino como uno de los teóricos socialistas más geniales del siglo XX. Lenin, no solo cuestionó la postura de izquierda más consolidada en la Europa occidental como ser los socialdemócratas, sino, ciertas posturas que Marx dejo planteadas ¿Qué cosas discrepo Lenin con Marx? Primero, Marx vaticinó que la revolución se llevaría a cabo en los países más desarrollados de Europa, pero Lenin fue de la opinión que esto ocurriría en el eslabón más débil del capitalismo europeo; es decir, Rusia el país menos industrializado. No obstante, los bolcheviques llevaron a la praxis la revolución en un país con una base campesina ampliada, un proletariado pequeño, y donde la democracia burguesa, apenas se asomaba.
Segundo, Lenin pensó que la revolución la haría una vanguardia de profesionales quienes debían de acercarse a las clases explotadas para incentivar la conciencia de clases y no por la determinación autoconsciente del proletariado.
Tercero, Lenin considero a diferencia de Marx, que los campesinos podrían ser el motor de la revolución en un país altamente agrario como lo era Rusia, a principios del siglo XX.
Al triunfar la primera revolución socialista en el mundo en 1917 y mantenerse al embate del asedio occidental en la guerra civil (1917-23), se pensó que la revolución internacional podría ser una realidad. De esta manera se organizó la Tercera Internacional o Comintern. Aquellos profesionales revolucionarios comenzaron a proliferar en la Rusia bolchevique, motivados por el fervor de la revolución mundial y una interiorizada idea de que era posible cambiar el mundo. En Honduras, un agente de Tercera Internacional llego en 1925 a los campos bananeros con la intención de crear una facción del Partido Comunista Centroamericano. Nos referimos al comunista Russel Blackwell, quien después de 6 meses de activismo fue capturado en la ciudad de La Ceiba, departamento de Atlántida y enviado a EUA (Jeifest, 2017, pág. 103).
Dos hechos recientes posiblemente habían hecho crecer el fervor antiimperialista en Honduras y el cuestionamiento al Partido Liberal y el Partido Nacional. Primero, la guerra de civil de 1924 que conllevo a una refriega entre caudillos políticos de los partidos tradicionales.
Segundo, la invasión de los marines de EUA, en territorio hondureño en el mismo año. Por cierto, que ambos acontecimientos ya suman en centenario en la historia social y política hondureña. El activismo de Russel Blackwell en la costa norte, llegó a oídos del joven olanchano Manuel Calix Herrera (1906-39), y Zoroastro Montes de Oca, quienes en 1927 fundaron el Partido Socialista Hondureño (PSH).
Este es y fue el primer partido de tendencia socialista en el contexto hondureño y estamos a las puertas del centenario de este hecho histórico, lo cual debería de despertar a los leninistas hondureños a llevar un recuento de su propia historia. Infortunadamente los socialistas hondureños poco dedicaron a considerar su historia, provocando una falta de identidad.
No obstante, como lo he sostenido en otro espacio, hay evidencias de lo fructífero que fue esta propaganda porque en 1926 (Posas, 1977), los obreros de la costa norte rechazaron las ínfulas del centralismo que venían de la Federación Obrera Hondureña (FOH) con sede en Tegucigalpa capital de Honduras y de ideología poco crítica y cooperativista (Sevilla, 2019). En otras palabras, una década después del alzamiento de la revolución bolchevique de 1917 en Rusia, se organiza la primera expresión de izquierda en suelo hondureño (Villars, 2010, p. 66). El activismo de los bolcheviques de la Comintern en Honduras tuvo efectos concretos que podemos identificar maduramente, con la rebelión de los obreros de la costa norte en 1926 y la fundación del PSH en 1927. Al año siguiente se fundó el Partido Comunista de Honduras por un grupo comandado por Manuel Calix Herrera que se denominó como Izquierda Proletaria.
El marxismo leninismo en Honduras y sus expresiones
Posterior a la conformación del PSH, la primera oleada revolucionaria se fijó tres tareas fundamentales. Primero, la organización del Partido Comunista de Honduras (PCH) en 1928, la formación de la Federación Sindical Hondureña (FSH) en 1929, con el objeto de introducir las ideas clasistas en la clase trabajadora hondureña y la comunicación directa con la Comintern (Sevilla, 2021). Aunque Mario Posas y Longino Becerra aludieron que el PCH se fundó en 1922, en realidad Rina Villars citando un documento de los archivos rusos de la era soviética, determinó el año de 1928 (Villars, 2010, p. 123-124), basada en un informe de Felipe Armando Amaya, quien formó en Tegucigalpa los primeros círculos de lectura a principios de la década de 1920, (Villars, 1991, p. 30). La primera generación de marxistas leninistas se posicionaron en la década de 1920 y 1930, como antiimperialistas, mucho más radicales que las redes intelectuales liberales, que se opusieron a la invasión norteamericana en Honduras en 1924.
A lo largo del siglo XX en Honduras, el marxismo leninismo tuvo diferentes expresiones como ser leninistas, estalinistas, maoístas, guevarianos, trotskistas, organizaciones políticas armados, que reivindicaron dichas ideas. No obstante, también tuvimos otras tendencias más moderadas como sociales demócratas, y abyectos a la teología de la liberación. A finales de la década de 1990, aparecieron otro tipo de movimientos inspirados desde las posiciones de izquierda entre los grupos étnicos y el movimiento feminista. Todas las posturas socialistas mencionadas tienen como punto de partida el PCH, siendo la organización de más data en el país.
Una crítica al Estado liberal y los movimientos sociales hondureños previo a la huelga bananera de 1954
El movimiento revolucionario de las décadas de 1920 y 1930, desaparecido por Tiburcio Carías (1933-49) pronto se reconfiguró en oposición abierta contra el régimen nacionalista. Un hecho represivo unifico las fuerzas de oposición interna en Honduras. Nos referimos, a la masacre en la ciudad de San Pedro Sula , departamento de Cortés, el 6 de julio de 1944 (Sevilla, 2022), que conllevo al surgimiento de una postura moderada social demócrata conocida como el Partido Democrático Revolucionario Hondureño (PDRH).
El PDRH, se convirtió en un vocero de denuncia al Partido Nacional y el dictador de turno; fue en este espacio donde se reagrupó la segunda oleada revolucionaria de comunistas en Honduras (Barahona, 2004). Una nueva generación de marxistas leninistas junto fuerzas dentro del PDRH, lo que conllevo a resultados enormes, puesto que se lanzaron a denunciar las injusticias del régimen, además de cuestionar las poderosas compañías bananeras. Los marxistas leninistas hondureños se dieron a la tarea de reorganizar el movimiento obrero de forma clandestina utilizando las estructuras regionales del PDRH, de forma inteligente (Sevilla, 2022). A todas luces, el trabajo con los obreros agrícolas en los campos bananeros se dio en condiciones de secretividad, para romper la vigilancia del estado y la policía privada de las empresas bananeras.
Los comunistas hondureños crearon en ese contexto de ausencia de derechos laborales, la plataforma llamada Comité Coordinador Obrero (CCO) en Tegucigalpa en el año de 1951, siendo su periódico oficial Voz Obrera. Los periódicos controlados por los obreros y clases medias -como El Machete, Vanguardia Revolucionaria, y Voz Obrera- fueron el espacio de discusión, y reflexión de la clase trabajadora, que se distribuía en los campos bananeros y en Tegucigalpa, de forma clandestina.
Ramón Amaya Amador representó esos diálogos clandestinos en la novela de Prisión verde, donde de forma encubierta, y a la luz de un candil, se leía las críticas de los periódicos obreros contra las compañías bananeras y los partidos tradicionales (Amador, 1999). Citamos un fragmento de la novela.
Y en este tiempo endiablado fue que Máximo Lujan comenzó a tener contactos con obreros de la ciudad. En un viaje que el profesor Damián Cherara hizo allá, obligado por enfermedad y para poner unos telegramas a su familia lejana, anduvo buscando, hasta dar con ella, la agencia de un periodiquito obrero que circulaba clandestinamente. Obtuvo varios números y le ofrecieron seguir enviándoselo a Culuco. El profesor dio varios nombres de compañeros, entre ellos el de Máximo, y pidió que se interesaran por establecer contacto con ese campeño, por ser de los más despiertos. Así comenzó Lujan a vincularse con los obreros revolucionarios. Recibía el periodiquito y algunos folletos, los que leía con detenimiento y gran satisfacción porque iba encontrando allí ideas que eran suyas desde largo tiempo, lo cual le confirmaba que su camino era correcto. Lo que en él era sólo instintivo, se afirmaba como justo en aquellas lecturas (144).
Juan Manuel Gálvez (1949-54), continuador de la dictadura del Partido Nacional, simuló ajustarse a un gobierno de transición y de apertura. No obstante, cuando los comunistas hondureños publicaron la Carta Rolston –a pesar que el historiador Darío Euraque niega que fueron los comunistas en publicar dicha carta– fueron reprimidos y cerrados sus medios de comunicación en 1953. Fue así que ese mismo año que el movimiento social hondureño creó el Comité de Unidad Sindical (CUS), para sustituir el CCO, clausurado por Juan Manuel Gálvez (Argueta, 2009).
Es cierto que fue hasta después de la huelga bananera de 1954 que las y los obreros lograron el sagrado derecho a la sindicalización (Posas, 2004), pero antes hubo un tipo de organización sindical previa caracterizada por la ilegalidad en las décadas de 1940 y 1950, debido a que la democracia burguesa se negó a otorgar este tipo de derechos. El estado hondureño se dedicó durante la primera mitad del siglo XX a privilegiar los intereses de las compañías norteamericanas y de la clase política de turno.
Últimamente una historiadora hondureña ha sostenido que desde 1910, se empezó a considerar a los obreros en la legislación hondureña, pero la clase política fue bastante reacia en darle a la clase trabajadora de forma concreta, una legislación laboral en la primera mitad del siglo XX. Fueron las obreras y obreros a través del alzamiento popular de 1954 (Rush, 1989), que conquistaron efectivamente sus derechos frente a los capitalistas norteamericanos y a la clase política hondureña. Tampoco es cierto que el Partido Liberal de Honduras fue el que le dio a la clase trabajadora sus mejores conquistas. Lo contrario, la clase trabajadora hondureña se ganó a pulso sus derechos a través de la protesta social y en estos procesos siempre estuvieron presentes los socialistas hondureños.
En este sentido, la contribución de los marxistas leninistas hondureños antes de la huelga bananera de 1954 consistió en reorganizar el movimiento obrero a través del CCO, el CUS, desde donde se construyó la narrativa de reclamos hacia el estado hondureño; participar como dirigentes del primer Comité Central de Huelga (CCH) donde actuaron con una plataforma pantalla conocida como el Comité de Lucha Obrera (CLO) y sentar las bases de la reorganización obrera en Honduras, en las décadas de 1940 y 1950.
El PCH, PCMLH, teología de la liberación, organizaciones político militares y los movimientos antisistémicos en la segunda mitad del siglo XX
Si bien la huelga bananera de 1954 es y será el gran parte aguas de la historia de las protestas sociales en el siglo XX en Honduras, no podemos dejar fuera del tintero, la instalación de un poderoso movimiento sindical de corte anticomunista, que muy astutamente destituyo el primer CCH influenciado por los comunistas y los sociales demócratas del PDRH, para consolidar un segundo CCH, más dócil y apegado a los intereses de las compañías bananeras. Las posiciones del segundo CCH, aunque contó con varios líderes comunistas el desbalance de la organización obrera sindical estuvo en manos del sindicalismo anticomunista (Posas, 2017, p. 369-370).
Los comunistas hondureños se separaron del PDRH para refundar el PCH el 10 de abril de 1954, quizás un tanto apresurados puesto que la legalidad política que tuvieron en tiempos dictatoriales, la perdieron al reorganizar su propio partido. El proceso de reorganización de la clase obrera que costó años de construcción encubierta fue acaparado por el sindicalismo anticomunista controlado por los oriteros, vinculados a la American Federation of Labor (AFL). Los dirigentes del sindicalismo libre y/o anticomunista en Honduras, se mantuvieron en los principales puestos de los principales sindicatos hondureños hasta la década de 1970, fueron desbancados por los marxistas leninistas. Los lideres del sindicalismo libre crearon los frentes democráticos para remover de los sindicatos las posiciones ganadas por los marxistas leninistas. Al respecto nos dice Mario Posas y Rafael del Cid.
Todos estos acontecimientos no estaban divorciados de una política oficial, confabulada con dirigentes afines al llamado "sindicalismo libre y democrático". En medio de un clima anticomunista exacerbado, se crearon los "frentes democráticos" que sirvieron de puntales para intentar descabezar las dirigencias no afines a la línea gubernamental. Principalmente, estas acciones se orientaron a los grandes sindicatos bananeros donde las dirigencias "amarillistas" habían perdido sus más importantes bastiones (en octubre de 1975; el viejo líder sindical Osear Gale Varela, que por muchos años había dirigido el SITRATERCO, tuvo que entregar la dirección por voluntad de las bases congresales a Luis Thiebaud, de línea independiente (Cid y Posas, 322)
En la década de 1980, los comunistas hondureños lograron acaparar organizaciones tan importantes como la Federación Unitaria de Trabajo de Honduras (FUTH) y otros espacios en la década de 1990. Durante el tiempo en que los sindicatos anticomunistas, o del sindicalismo libre dominaron la escena organizativa de la clase obrera en las décadas de 1950, 1960 y 1970, los marxistas leninistas hondureños, crearon diferentes organizaciones en oposición, a las posturas patronales y del sindicalismo libre anticomunista.
En la coyuntura de las décadas de 1940, 1950 y 1960 se publicaron tres leyes de corte anticomunista que sometió a la ilegalidad al movimiento marxista leninista hondureño. Bajo estos criterios el estado hondureño condenó como ilegal, cualquier postura de izquierda a las consideró, durante casi todo el siglo XX, como peligrosas (Sevilla, 2021). En efecto, peligrosas, para los grupos de poder tanto económico, político, militar y religioso, pero jamás para las clases subalternas. En el siglo XXI, las élites mencionadas siguen manteniendo estas posturas.
Las diferentes posturas marxistas leninistas entre las décadas de 1960, 1970 y 1980, siguieron su derrotero en un camino escarpado, de intrigas y divisiones. No obstante, dado la antigüedad y la aplicación de una línea de acumulación de fuerzas, el PCH fue la organización que más creció en la década de 1970.
El espectro de influencia del PCH es identificable en el movimiento estudiantil tanto de secundaria como universitario, el movimiento campesino, movimientos de mujeres y el obrerismo industrial de la costa norte hondureña y la zona central hondureña. Las demás organizaciones de izquierda también tuvieron grandes lideresas y líderes, aunque con esa ventaja del PCH. Empero, en la década de 1970, apareció el Partido Comunista Marxista Leninista de Honduras (PCMLH), de tendencia maoísta (Ramírez, 1974). Estos camaradas reivindicaron las ideas de Mao Tse Tung, de tal forma que, en la década de 1970, tenemos al PCH y el PCMLH. También entre 1975-76, surge la tendencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores de Centroamérica (PRTC) y las expresiones del trotskismo en Honduras (Rodríguez, 2005).
Además de las expresiones mencionadas también tuvimos en Honduras la influencia de la teología de liberación, el cual tuvo expresiones el movimiento campesino. Destaco aquí el padre Guadalupe Carney quien fue parte de la columna guerrillera que cayó abatida por el ejército hondureño, y donde murió José María Reyes, en 1983 (Martínez, 2006).
En la década de 1970, la izquierda a pesar de estar dividida por diferentes posturas marxistas leninistas, lograron introducir sus agendas en el proceso de reforma agraria, y cuestionaron el sistema de educación de Honduras obligando al estado hondureño a sustituir el sistema semiprivado que imperaba en secundaria por la oficialización de los colegios públicos, además de influenciar organizaciones campesinas y el sistema de otorgamiento de tierras a los campesinos y campesinas hondureñas.
El nivel de acción social que tuvieron el PCH y el PCMLH en la década de 1970 fue significativo pues sus cuadros políticos se involucraron en diferentes sectores del movimiento popular. Como norma, los marxistas leninistas tuvieron estructuras celulares, donde se priorizo la organización, la formación y el accionar movilizador de la clase trabajadora. Se concibieron como una especie de ejército popular que enfrentó al estado, sectores económicos, intelectuales al servicio del sistema, iglesias cristianas sean estas católicas o evangélicas, en su afán de cambiar el mundo.
La década de 1980 y la Doctrina de Seguridad Nacional
Sin embargo, esta mística en los movimientos de masas, movimientos sociales o antisistémicos, dieron un giro en la década de 1980 con el estallido de los procesos de liberación nacional en Centroamérica, entre las fuerzas armadas como brazos represores de las élites nacionales y los movimientos guerrilleros de liberación nacional en representación de las clases subalternas. El punto de partida fue la Revolución Sandinista de 1979, que lideró el Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN).
En Honduras aparecieron las organizaciones político militares en la década de 1980, motivados por la esperanza que vislumbraron los movimientos armados en Centroamérica ¿Qué organizaciones hubo en Honduras? Algunas de las más representativas fueron las Fuerzas Populares Revolucionarias Lorenzo Zelaya (FPR-LZ), Frente Morazanista para la Liberación de Honduras (FMLH), Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), Movimiento Patriótico Morazanista (MPM) y el Movimiento Popular de Liberación Cinchonero (MPL-Cinchonero).
Estas organizaciones cambiaron las formas de lucha para enfrentar la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) y la Guerra de Baja Intensidad (GBI) aplicada en toda Centroamérica. Una oleada de asesinatos y desaparecidos se coordinaron por los aparatos de inteligencia y escuadrones de la muerte de los estados liberales en el istmo. Sobre este hecho Honduras y nuestra vacilante academia tiene una deuda, pues, aunque si hubo fuerzas que denunciaron en su momento la represión coordinada, predominó un silencio profundo de los mártires de la década de 1980. La historiografía en torno a estos hechos es exigua. Para el caso hondureño se recurre abordajes como el de Mario Berrios (2007), Edgardo Rodríguez (2005), Longino Becerra (2003), Miguel Calix Suazo (1985), Billy Joya (2011), un trabajo del Colectivo Majatique (2020) y Rolando Canizales (2008). Se suma a la lista el informe sobre la década de 1980 elaborado por el Comisionado Nacional de Derechos Humanos (2002), denominado Los hechos hablan por sí mismos.
Es posible que en algún momento se lleve a cabo un trabajo serio por estudiar la década de 1980, para el caso hondureño, pues diferentes personas fueron objeto de persecución y desaparecimiento. A estas alturas el Comité de Familiares de Desaparecidos de Honduras (COFADEH), el Centro de Documentación de Honduras (CEDOH), y otros espacios, acumularon importantes evidencias.
En Honduras algunas bandas de rock denunciaron el ambiente de esta época en su contenido musical, como la banda Khaos de Honduras quienes grabaron su álbum “Forjado en Rocka” en San Salvador mientras una columna guerrillera se enfrentaba con fuerzas militares en dicha ciudad, en la década de los ochenta; Delirium, con sus icónicas canciones Psicópata, y Hombres de verde describieron, la actividad sociópata de los asesinos que efectuaron las desapariciones forzadas en nuestro país; la banda Holocausto con su álbum B-316, hace una denuncia al grupo paramilitar que se dedicó a perseguir y asesinar civiles, sindicalistas, estudiantes y luchadoras sociales, en Honduras.
La década de 1980, no ha sido estudiada en Centroamérica y Honduras bajo los criterios de lucha de clases, en tanto este espacio geográfico fue el principal foco de la guerra fría a nivel internacional con sus incidentes movimientos guerrilleros. La tendencia posmoderna que reivindica los valores de la sociedad burguesa ha procurado cambiar el discurso revolucionario de los comunistas y marxistas leninistas del siglo XX, por una retórica extraña que financian las embajadas de EUA y Europa Occidental, dando prioridad a grupos progresistas despolitizados, y minorías de género sin el contenido cambio social, que nos le interesa una revolución mundial, obrera y de clases, sino potenciar los valores de la pequeña burguesía.
Con la caída de la primera revolución socialista del siglo XX en la Unión Soviética, el muro de Berlín y la consolidación de la sociedad burguesa, después de la segunda guerra mundial que procreó los estados comunistas más fuertes del siglo XX -aunque la retórica liberal y neoliberal pro capitalista no lo reconozcan, como fue el socialismo real de la URSS y la República Popular China- se pensó que las ideas de cambiar el mundo desaparecían como argumento en el Fin de la historia del inverosímil Francis Fukuyama, hasta que apareció el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Este escrito no tiene el interés de ser reconocido por la ciencia posmoderna, sino un reconocimiento póstumo a los comunistas del siglo XX, que sufrieron cualquier cantidad de atropellos y mantienen sus ideas en este horizonte tan complejo neoliberal. Que viva la revolución bolchevique y las organizaciones marxistas leninistas.
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